Barcos

Cuando era niño, mi padre me llevó varias veces a algún puerto de Chile, y el sonido de la partida, la bocina por decirlo, al anunciar la partida, millones de productos en containers, los moviientos lentos, calculados, la propay la popa en el mismo sentido, cambiando de dirección. Embelezado ante esa eterna majestuosidad que lo da el silencio de la partida. Amo los barcos desde que tengo uso de razón, porque entre su quilla y eslora, la poesía de un viaje se hace real, y olor a salmuera, el recuerdo de las perdidas góletas, las militares, los de cargo, los que cruzan un canal y los pescadores, para el caso, da igual. existe incluso, otra gravedad en su interior, otra forma de caminar, la mirada perdida ante la inmensidad, la ansedad gigante de mirar sin fin un limite azul, olas gigantes que deberían asustarnos, pero que ayudan a la velocidad, los nudos y la carrera por atravesar el atlántico, en barco puedes llegar desde Europa a Asia en algunos días, y zarpar desde un rubio Londres y llegar a un moreno assuán, es lo que me atrae.
en avión? guenoyás
Pero porque no mejor en barco?, podemos fumar, comer, tomar, caminar, ver y sentir la distancia, ver islas que no aparecen en el mapa, sentir la verdadera oscuridad de la que la luna es lámpara. Y por último, en barco viajar el tiempo de antaño, y sentir la misma ruta que hicieron otros grandes en la historia, esta vez,haremos un salud por ellos, y un minutos de silencio a los hundidos.